- Atención

1.1 Tipos de atención:
a. Los procesos selectivos (atención selectiva): Facilitan la codificación y procesamiento de aquellos estímulos interesantes para la persona, sin considerar el resto
de estímulos que los acompañan.
b. Los procesos de distribución o división (atención dividida): La forma de actuación de éste tipo de procesos es totalmente contrario a los comentados anteriormente. En los procesos selectivos se pretende focalizar la atención únicamente a un solo aspecto o
estímulo del ambiente.
Un ejemplo muy adecuado para entender este tipo de proceso es el planteado por García (1997) referido a la actividad de conducir: “mientras vamos conduciendo hablamos con nuestro acompañante, miramos por el espejo retrovisor para comprobar si alguien quiere adelantarnos, tenemos que controlar el movimiento de los pedales y la palanca de marchas, etc”.
c. Los procesos de mantenimiento o sostenimiento de la atención (vigilancia):
Antiguamente con el término de vigilancia se designaba un estado de alta receptividad o
hipersensibilidad hacia el medio o hacia porciones del medio. Actualmente con el término
de vigilancia se alude a un tipo de dedicación atencional que viene definido por la propia
tarea, sin prejuzgar la actitud o el estado del sujeto (Ruiz-Vargas 1987).
d. Procesos de emisión rápida de respuesta (alerta fásica): Se define como la capacidad para dar una rápida respuesta seguida a un estímulo de aviso a la aparición del estímulo relevante (Storm y cols., 1997).
2. Lenguaje:
El lenguaje verbal o habla, no es una cualidad que viene con el nacimiento, sino que el niño lo adquiere laboriosamente durante la infancia, convirtiéndose en un instrumento importante y fundamental para la comunicación y la actividad cognoscitiva.
Por estar en pleno crecimiento, el niño debe ser influido por actitudes y pautas educativas que favorezcan su formación y desarrollo integral. Esto será tanto más eficaz, cuando se tomen en cuenta sus posibilidades sensoriales, intelectuales y emocionales o afectivas. Educar tiene precisamente esta finalidad y los padres, así como los maestros, deben estar preparados para ese propósito
El proceso de organización y estructuración mental del niño se ve facilitado, en gran medida, con la aparición del lenguaje, con lo que sus conductas resultan profundamente modificadas, tanto en el aspecto intelectual como afectivo. Además, el niño adquiere, gracias al lenguaje, la capacidad de reconstruir sus acciones pasadas en forma de relatos y de anticipar sus acciones futuras mediante la representación verbal (Piaget, 1954).
Así pues, el lenguaje es una cualidad o atributo que influye de manera importante en el desarrollo mental. Piaget considera que es indispensable para la elaboración y desarrollo del pensamiento; sin embargo, este último le precede en aparición, ya que las estructuras que caracterizan al pensamiento tienen raíces en la acción y en mecanismos sensorio motrices más profundos que el hecho lingüístico. Empero, entre ambos existe una relación recíproca y constante.
Este proceso de desarrollo es integral y se da desde el momento del nacimiento, bajo la influencia del medio ambiente, especialmente del hogar. El hogar viene a ser el pequeño mundo íntimo del niño, donde los padres lo inician en las primeras experiencias de comunicación y socialización, las que tendrán una trascendencia en su adaptación futura al medio.
Finalmente, todo este proceso de desarrollo mental, como se manifestó ya antes, se da sobre una base material: el cerebro, que es el órgano fundamental del ser humano.
3. Percepción:
La percepción es un proceso constructivo por el que organizamos las sensaciones y captamos conjuntos o formas dotados de significados.
La percepción se caracteriza por ser:
3.1 La Percepción en los niños
a. Percepción espacial
A esto le llamamos en educación, la orientación y/o estructuración espacial. Es decir, el niño debe aprender a orientarse en el espacio. De ahí que en la escuela se trabajen sistemáticamente conceptos como delante-detrás, arriba-abajo, primero-último, encima-debajo, etc.
El niño debe ser capaz de orientar su cuerpo en distintos lugares y con objetos móviles.
El niño debe ser capaz de orientar su cuerpo en distintos lugares y con objetos móviles.
b. Percepción de la forma
El niño percibe muy pronto las formas concretas objetivas. En los niños preescolares, la forma es ya uno de los factores fundamentales del conocimiento que diferencia las cosas. Si a los niños de educación infantil se les enseña una forma geométrica abstracta, la "objetivizan" en su mayor parte, es decir, le dan una interpretación objetiva: un círculo, es una pelota.
Para la correcta percepción de la forma, es esencial el desarrollo de la constancia de la percepción de la forma al alterar o cambiar el ángulo visual. Esto es, que se perciba la forma al principio con relativa independencia de la situación.
c. Percepción del tiempo
También hay que educar al niño en lo que llamamos estructuración temporal. Hacia los seis o siete años el niño desarrolla la noción del tiempo como algo que transcurre de manera uniforme y también en esta misma edad es cuando logra la representación adecuada de lo que llamamos espacio bidimensional.
Desde la escuela se trabaja de forma sistemática la orientación temporal, es decir que el niño aprenda a orientarse en el antes y el después. Las palabras ahora, hoy, ayer y mañana pueden señalar en su uso, cada vez un sector distinto del tiempo real.
En los niveles iniciales, el niño se orienta en el tiempo a base de signos esencialmente cualitativos que no tienen una relación directa con la magnitud del tiempo. Por ejemplo el niño sabe que cuando está el sol es de día y asocia la luna a la noche. También asocia otros elementos como la merienda a la tarde, la cena y ponerse el pijama a la noche, etc.
4. Memoria
Muchas personas creen que la memoria del adulto es siempre menor que la del niño. Los estudios experimentales prueban, al contrario, que el adulto aprende con mayor facilidad, es decir, con menor esfuerzo y en menos tiempo que los niños. Y sin embargo, estas personas no se equivocan del todo.
El niño tiene mayor retentividad, si bien menor facilidad para aprender y menor memoria inmediata que las personas mayores. La primera de estas cualidades es muy pobre en los niños muy pequeños, como lo prueba el hecho de que cuando un niño se vuelve sordo antes de los cinco años de edad, con el oído también pierde el habla.
5. Desarrollo Psicomotriz
El término desarrollo psicomotor designa la adquisición de habilidades que se observa en el niño de forma continua durante toda la infancia.
Corresponde tanto a la maduración de las estructuras nerviosas (cerebro, médula, nervios y músculos...) como al aprendizaje que el bebé -luego niño- hace descubriéndose a sí mismo y al mundo que le rodea.
Durante la infancia, la adquisición progresiva de habilidades es la tarea primordial del sistema nervioso y es al reflejo de esta maduración a lo que se denomina desarrollo.
A lo largo de los años se ha debatido mucho acerca del concepto del desarrollo, hasta que en la actualidad y simplificando, se tienen en consideración dos modelos: el interaccional, que considera que el desarrollo es fruto de la acción simultánea de factores genéticos y ambientales y el modelo transaccional según el cual los factores genéticos y ambientales, dotados de plasticidad, se modifican mutuamente.
El término “desarrollo psicomotor” se debe a Wernicke y por consenso se limita a los dos primeros años de vida. Es fundamental que los pediatras sepan valorar adecuadamente el desarrollo psicomotor de los niños en nuestras consultas, puesto que su alteración es señal y a veces la única, de una disfunción del sistema nervioso. La detección temprana de los trastornos del sistema nervioso, facilita su tratamiento precoz o al menos la prevención de defectos sobreañadidos derivados de los mismos.
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